Una construcción que debía responder a cambios drásticos de temperatura durante el paso de las estaciones, y un programa separado en dos plantas para la dinámica de una familia en diferentes etapas vitales.
Apoyándonos en el perímetro histórico empezamos a cerrar el volumen que delimitaría las estancias. Se ha querido mantener y respetar la gama cromática del resto de viviendas del pueblo. Las cubiertas son a dos aguas y con la teja tradicional de barro y las aberturas vestidas con porticones de lamas que bailan al ritmo del sol durante el paso de las horas de unos veranos muy cálidos y unos inviernos muy fríos.
La distribución responde a necesidades de comodidad y amplitud de espacios a la vez que a la respetuosa conexión con las sinuosas paredes de piedra. Unas paredes en las que nos apoyamos y entregamos con la nueva fachada, así como con las nuevas aberturas que conectan dos tiempos históricos diferentes.
Los materiales del interior buscan ser limpios, claros y cálidos para servir de base a las rugosidades y las variaciones de tonos pétreos así como el verde y el azul que entran por todas las ventanas.
La escalera se apoya en la curva y se delimita por una barandilla tan rígida como ligera y permeable que filtra la piedra a través de cada uno de sus barrotes.
Todos los elementos de carpintería interior están diseñados y hechos a medida.